Diana Georgina Durán

Cursó la licenciatura en Ciencias de la Comunicación, realizó el servicio social en Once TV y prácticas profesionales en Televisa y TV Azteca. Cursó el Diplomado del albur en 2012, impartido por la reina del albur Lourdes Ruiz.

Gran parte de su vida profesional ha estado dedicada a la recreación infantil y empresarial.

Dentro de la industria cinematográfica y del streaming, hemos observado los diferentes géneros como drama, suspenso, terror y ficción, entre otros. Es importante resaltar que cada vez se recurre más al género gore, centrado en la crueldad exagerada y el sadismo, temas que en mi juventud no eran bien vistos y, por ende, había mucha censura.

            Hoy en día, es común ver en cartelera de cines o vía streaming películas de alto contenido violento e incluso sangriento. Recuerdo que en 2004 cuando se estrenó SAW. El juego del miedo mucha gente se horrorizó al grado de que algunas personas se salían de las salas de proyección. Y qué decir de Los juegos del hambre en 2012. Ambas atrajeron un gran número de seguidores a este género y aunque no eran para niños, la segunda película hasta impuso moda entre las jovencitas que lucían el mismo peinado de Katniss Everdeen, la protagonista; y en el caso de la primera película, el muñeco que sale ahí se utiliza como disfraz de Halloween.

            La serie El juego del calamar se estrenó recientemente el pasado 17 de septiembre en Netflix, ha causado mucha expectativa entre los televidentes y desde su lanzamiento en nuestro país ocupa el primer lugar de audiencia.

Pero ¿qué tienen en común los filmes mencionados con esta nueva producción surcoreana? La trama de sus 9 capítulos consiste que los miembros de un grupo poderoso, económicamente hablando, tratan de “ayudar a los necesitados” a través inocentes juegos infantiles que tradicionalmente se practican en Corea del Sur; sin embargo, los participantes no saben que la consecuencia, al perder, es una muerte rápida y sin tapujos. Por otro lado, el único ganador se podrá llevar a su casa millones de wones -moneda coreana- y obviamente su vida.

            Recordemos que en SAW, un hombre creaba juegos extremadamente sádicos con la finalidad de que los jugadores entendieran el valor de sus vidas y, en Los juegos del hambre varios participantes tenían que pelear entre ellos hasta la muerte, para poder llegar victoriosos a sus distritos, además de satisfacer el entretenimiento de las clases sociales altas, al igual que en la serie coreana.

            En El juego del calamar dirigida por el también escritor Hwang Dong-hyuk no solo prevalecen la violencia y la sangre en su máximo esplendor, también podemos identificar cómo cada uno de los 456 jugadores participantes de manera muy inteligente avanza en el juego actuando ya sea con honestidad y lealtad o con avaricia, abuso y comportamiento vil.

Se puede decir que esta magnífica producción entraría en la ciencia ficción gracias a la fantasía de su tema, lo interesante como espectadores sería reconocer qué tan distantes estamos de actuar como esos jugadores en la vida real ¿seríamos honestos o gandallas para sobrevivir?

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