Por Julio Martínez Torreblanca

Título: La casa de las bellas durmientes.

Autor: Yasunari Kawabata.

Editorial: Seix Barral, colección Austral narrativa.

Edición: 11ª (2020).

Año de publicación: 1961.

Género: Novela, drama.

Yoshio Eguchi, a través de un viejo amigo, acude a una posada situada a las afueras de Tokio. Allí, clientes ancianos alquilan los servicios de una madame que les abre la posibilidad de dormir en compañía de hermosas jóvenes vírgenes poseídas por los efectos de un poderoso narcótico. Los viejos pueden disfrutar de la compañía, pero deben cumplir una serie de requisitos: no pueden tener relaciones sexuales, no despertarlas y, al amanecer, abandonar su compañía antes de que éstas despierten. Eguchi, en sus cinco visitas, nos hace una retrospectiva de su relación con las mujeres.

La casa de las bellas durmientes sobresale en la obra de Yasunari Kawabata por su perfección formal. A través de su estructura circular y un protocolo iniciático repetido, pero no igual, en sus cinco estaciones, nos adentra en un viaje al que el tiempo nos lleva irremediablemente: la vejez y todo lo que conlleva. Todo con un estilo diáfano, no por ello saturado de imágenes, simbolismo y metáforas en clara referencia a la vida. La secuencia es una escalera descendente hacia el sueño eterno.

Erotismo, lujuria, nostalgia y violencia se entrelazan en este trepidante y breve relato, donde la tradición, el honor y la estética japonesas resaltan en una estética que basa en la naturaleza de las cosas la sencillez y la liviandad de la vida, como si de un haiku se tratara.

Una extraordinaria novela de gran belleza y exquisita calidad literaria, donde las bellas durmientes, también a nosotros como lectores, nos hacen reconsiderar nuestro pasado y como plantearnos esa llegada del futuro.

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