Por Jezabel Bojorquez Yescas

Sara Castañón, estudiante y escritora, nos cuenta su experiencia sobre el activismo y feminismo de nuestro siglo y cómo salió a las calles a intervenir, junto con Viejas Brujas, para hacer visible la violencia contra las mujeres.

MJ: ¿Cuál es la intención de hacer intervenciones en las calles?

SC: Yo he hecho activismo acuerpado desde hace unos años, pero en México la lucha feminista está centralizada en la Ciudad de México, por lo tanto la periferia no existe porque allá no pasa nada y si pasa no nos importa. El Estado de México es el mayor estado con feminicidios en el país. Naucalpan es uno de los más peligrosos, pero Satélite, por el otro lado, que es parte de Naucalpan, es una burbuja. Existe una falsa creencia de que “aquí en Satélite no pasa nada y todo está chido y aquí todos somos felices”; vivimos en los suburbios, junto a  la ciudad y no somos Neza, no somos Ecatepec, pues todo está bien, pero eso es una mentira.

La razón de salir a hacer una intervención en Satélite es visibilizar las cosas que suceden y fingimos que no existen ahí. Salí con mis amigas de Satélite y, desde el año pasado, nos cuestionamos la centralización.

Sara Castañón (abajo en el centro), estudiante y escritora,  en entrevista sobre activismo y feminismo en México.

Este año con la cuarentena era perfecto, ¿qué podemos hacer desde este punto? Una de mis amigas hizo lo de las letras y cambiamos los nombres en los circuitos. Subimos las fotos a twitter y mucha gente decía ayyy, su lenguaje incluyente bla bla bla, ayyy, el plural masculino. Entre nosotras platicamos que ni siquiera era un asunto de lenguaje incluyente. En Satélite existen 36 circuitos y sólo 3 tienen nombres de mujeres, la intención era la visibilización de las mujeres. Crecimos en el Satélite de ingenieros, médicos, pero no encontramos ni una mujer, porque Satélite se fundó en una época de hombres. La intención era visibilizar que sí hay mujeres en todas las profesiones y que muchas de nosotras nos estamos volviendo profesionistas. Somos parte de la vida, no sólo los hombres.

Intervenciones del colectivo Viejas Brujas en los circuitos de Ciudad Satélite. Cortesía de Sara Castañón.

MJ:¿cómo podemos empatizar con las víctimas?

SC: Creo que es muy difícil y es todo un proceso de vida. La gente cree que si les dices si fuera tu hermana o tu mamá, sólo así empatizas y eso es un discurso sumamente egoísta, porque sólo si te toca importa, sino no importa. No funciona porque limita a la situaciones y sólo empatizas cuando decides que la víctima lo merece. La realidad es que humanamente todos merecemos empatía, ese es un problema bien grande.

MJ: ¿Cómo generas empatía en una sociedad individualista que no ve más allá de sus propios bienes y que no le interesa lo que la gente siente o vive?

SC: Es imposible de responder porque es una cosa tan interna en la sociedad. Lo único que pienso es que nosotras, como personas, que somos conscientes de las cosas y sentimientos por los que pasa una víctima, lo que nos queda es intentar que la gente a nuestro alrededor lo comprenda y que sepan que somos humanos que sienten y que experimentaron horrendas y que vivieron un millón de cosas que pueden suceder a las víctimas. 

Cualquier cosa que tenga que ver con que te quiten tu cuerpo, mente, emociones o que estés a merced de otra persona, hacerle ver a la gente que nos rodea, invitar a que salgan de su propia cabeza y vean más allá de lo que los rodean y vean a los otros como humanos. Yo creo que si hacemos eso generamos estas conversaciones en nuestro círculo y empezaremos a crear ideas, que la gente diga chale, chance si es verdad. Es algo lento y si alguien tiene otra solución estaría maravilloso. Es importante despertar la sensación de colectivo y no sólo de individuo.


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