Por César Badillo y Ana Itzel Martínez

En 1910 la antigua penitenciaría de San Luis Potosí, lugar que marcó la identidad de dicho estado, tuvo preso en sus anchos muros a Francisco I. Madero. En este lugar comenzó a escribir el plan de San Luis, documento que exhortaba al pueblo mexicano a levantarse en armas contra su gobierno. A través de los años este lugar pasó al desuso, sin embargo, hoy en día podemos verlo como un gran ejemplo de reciclaje de arquitectura, pues de ser una de las prisiones más antiguas de México, pasó a convertirse en el CEART (Centro de las artes), que en 2018 abrió un museo para la obra escultórica de la surrealista mexicana, Leonora Carrington (1917-2011), quien cayó en México circunstancialmente, al igual que muchos artistas e intelectuales extranjeros de su época, que llegaron aquí y se establecieron en el canon cultural del país.

Existe un diálogo entre la cárcel y la obra de Carrington. La conciencia de Leonora siempre fue invadida por varios demonios que embrujan sus sueños y sus constantes pasos. Su arte refleja su propia lucha interna y la manifestación de aquellos demonios; su vida  siempre fue difícil de articular. A pesar de ser algo meramente incidental, la arquitectura de una cárcel habla directamente con la psique surrealista de Leonora.

Si bien, la infancia es la patria, el arte existe porque el mundo no es perfecto, porque hay dolor y añoranzas, y pese a que Leonora le tuvo cariño a México, sus obras de arte siempre estuvieron más enfocadas a sus orígenes y reflejos de ella misma y sus sentimientos.

Carlos Fuentes se refirió a Leonora como “la señora de la concepción solitaria”, señalándola como una época misma que permanece actual a nuestros días. Aseguró que Leonora pintó misterios, sus obras pertenecen totalmente a una zona secreta dentro del arte, pues percibía en ella cierto poder a la hora de hacer los trazo, e incluso en las atmosferas que creaba, y que como espectador de inmediato uno se sumerge en su mundo melancólico a través de la imaginación exigente que siempre la caracterizó.

“Yo creo que México sigue siendo un país surrealista”, afirma la periodista cultural Merry Mac Masters, “el surrealismo como corriente ya dio de sí, tanto como movimiento y como fenómeno global, pero México es un país donde siguen pasando cosas insólitas, surrealistas, inesperadas”. México ha sido un país que ha dado hospedaje a varios artistas que florecieron dentro de su cultura, y Leonora no es una excepción.

Gracias a los esfuerzos de su hijo Pablo Weisz, y la cooperación del gobierno de San Luis Potosí, una gran parte de su obra escultórica ha llegado a encontrarse. El Museo Leonora Carrington, es un espacio que intenta reunir parte de la obra de la célebre surrealista.

Antonio García Acosta, director del museo Leonora Carrington, único en el mundo dedicado a ella, encuentra una relación entre la creadora que fue Leonora y el arte que ahora se encuentra exhibido en una ex penitenciaría. Como bien dice, “la historia de este lugar pesa mucho. Pesa porque queremos que pese, y pesa porque a pesar de nosotros pesa. Para un centro de las artes es muy atractivo que el inmueble tenga una historia. En este caso es una historia que une a muchos potosinos, porque funcionó como prisión a lo largo de cien años. El centro aprovecha la historia de este lugar porque es muy rica, hay que conservarla, celebrarla y aprender de ella. Por otro lado es importante que se posicione como lo que es actualmente, un centro de las artes. La misma arquitectura del lugar es impenetrable, tal como un castillo, todos los muros son anchos y largos, lo cual tiene una presencia muy importante. Mucha gente que circula por fuera ve un portón gigante que les hace pensar ‘no me siento bien aquí, no me siento bienvenido’ porque la arquitectura así te habla, a pesar de los letreros que podamos poner, la arquitectura ya te dice algo.”

Dentro de este canon de artistas y extranjeros que llegaron a nuestro país, Leonora representa una visión doble. Dentro del surrealismo, ella establece vínculos muy importantes; Fue pareja de Max Ernst, otro icónico de la misma corriente, y ya dentro de México, su relación con Remedios Varo y Edward James fueron vitales para su obra y vida.

Cuando hablamos de Leonora Carrington, pensamos en pintura, pero el museo se especializa en una obra más amplia, “es una artista que mientras más la conoces más te gusta, tiene muchas facetas. Yo la conocí como una pintora, pero no sabía que escribió teatro, cuentos, novelas, o que había diseñado máscaras, vestuarios y esculturas. Tiene un rango de posibilidades muy amplio. Su misma obra invita a seguir enterándote de otras cosas. Está llena de referencias a diferentes culturas, y al mismo tiempo te deja acercarte desde distintos puntos de vista, es decir, aunque de pronto tiene símbolos que en particular sólo puedes ver desde una sola perspectiva, casi todos son muy abiertos. Tiene símbolos con más de un significado, le gustaba que una misma cosa pudiera significar más cosas para diferentes espectadores.”

“Además es muy relevante para nuestro tiempo, escribió Opus Sinisestrus, una obra que trata sobre el medio ambiente, la cuestión de género, el rol de la mujer en la sociedad y cómo se desdibujan los géneros. Tiene temas que son muy de nuestros días. Una de sus grandes ventajas es que es  figurativa, y sus figuras son animales, híbridos de animales con personas, por ejemplo, con el público infantil, que no haya con qué identificarse tan fácilmente, en ella y sus figuras sí lo logra, lo entienden sin tener que pensar ni saber de arte, simplemente es algo con lo que pueden dialogar.”

Todos los participantes de esta corriente son diferentes, “pero una de las características del surrealismo es que no es una cuestión estilística, aunque haya parecidos, hay surrealismo que se va hacia lo abstracto, figurativo y se expresa en cine y pintura. No es como el cubismo o impresionismo, que lo reconoces por cómo está hecho. Leonora sigue por su propio camino, y a medida que pasan los años ella sigue siendo Leonora, mientras que el resto de los surrealistas desarrolló prácticas diferentes, aunque en algún momento coincidieron, cada quien experimentó caminos particulares.”

México es un país que da mucho para combinar estéticas de diferentes culturas por todas las realidades que conviven juntas.

Toda una generación de artistas vino a este país que fue un lugar de exilio. Muchos decidieron quedarse. Ella decidió permanecer y hacerlo su hogar.Hay mucha gente que quiere creer que Leonora amó entrañablemente a México, y no, aunque eso sea lo más cómodo para nosotros como mexicanos, pensar que le encantó nuestro país, pero hay evidencia que apunta a otro lado. De pronto ella tenía sus insatisfacciones con México, había cosas que le gustaban sí, y encontró aquí un lugar donde estaba lejana de todo ese mundo artístico europeo tan intenso, y por otro lado también de esas expectativas familiares por las que tanto había luchado dejar atrás. Obtuvo un espacio propio que le permitía ser ella a su propia velocidad y bajo sus propias condiciones.”

Las esculturas antropomórficas parecen estar en casa en medio de la estructura colonial, diseñada para siempre vigilar a las almas atrapadas de los  presos, las estatuas surrealistas ahora son los guardianes de las varias celdas que decoran su pabellón con su intimidante esplendor.

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