Por Sveiry Alatorre

Ana Elena Galván y Claudia Noroña Vázquez trabajan en el área de Atención y orientación al derechohabiente, en el Hospital La Raza. Ambas son madres y durante esta pandemia han tratado de equilibrar desde su tiempo, hasta su bienestar físico y mental. Su labor en el hospital consiste en gestionar las situaciones graves relacionadas con el personal del sindicato y el derechohabiente. Pero durante esta pandemia su individualidad, fuera de lo laboral, se ha visto afectada. Ambas comparten su experiencia desde una voz íntima.

Noroña Vázquez comenta que, desafortunadamente, se contagió, pues al trabajar en un hospital “el riesgo es mucho y todos los días sé que, pese a los cuidados extremos, siempre estoy en riesgo de enfermar y contagiar a mi familia”.

Claudia Noroña Vázquez

En cuanto al estrés o ansiedad, refiere que los síntomas no son fáciles de detectar, sino son indicios que poco a poco te carcomen el ánimo: “Tienes síntomas sin sentirlos en realidad. No tienes ganas de ir a trabajar porque sabes que estás en un hospital donde se tratan pacientes y el personal está sumamente expuesto”. Aun teniendo ciertas secuelas que le dejó el COVID, el practicar deporte y hablar con su familia la ha sanado de alguna manera.

Ambas padecen de un cansancio emocional. Ha sido muy duro ver morir a sus compañeros de trabajo, “Yo los veía fuertes y sanos”, recuerda Ana Elena Galván, quien comenta que el reto más grande que han enfrentado es mantenerse lejos de sus seres queridos. Ella, por ejemplo, se ha alejado de su abuela desde que comenzó la pandemia.

A casi nueve meses de la presencia del virus en México, tienen los labios resecos por el uso del cubrebocas; se enfrentan al miedo de infectar a sus hijos; al constante número de pacientes que ingresan y lo peor, comentan, al amplio número de mujeres embarazadas que contraen el virus.

La combinación del trabajo con su responsabilidad como madres de familia, siempre ha sido un reto para ellas ya que su horario es de jornada acumulada, por lo tanto, trabajan todos los fines de semana durante el día y durante la noche. Han mezclado su vida profesional y personal con éxito gracias a su disciplina, aunque en los últimos meses, se ha complicado la convivencia y estabilidad por los cuidados de higiene: “Ha sido muy desgastante, pero se debe organizar muy bien, hacer horarios y llevar buenos hábitos de limpieza. Yo procuro no ver a mi hija los días que me encuentro dentro del hospital”, asegura Galván.

Ana Elena Galván

“Intento ser disciplinada y trato de no acercarme a nadie (incluyendo a mi hija). Trabajar en un hospital representa un riesgo para la familia así que procuro dormir bien, comer bien, hidratarme y estar concentrada en mi horario laboral. Así evito contagiarme dentro del hospital. Emocionalmente ha sido difícil, al principio no podía dormir y tenía ansiedad. Actualmente, tengo alarmas para comer, dormir y hacer otras actividades como manualidades o salir a patinar.”

Hoy por hoy, su mayor motivación es mantenerse sana no tanto por ella, sino por su familia.

Las dos han cuidado su estabilidad física y emocional practicando algún deporte y atienden, ante todo, sus necesidades básicas. La motivación frente a su trabajo se ha visto afectada, en ambos casos. Ya no sólo las motiva el ser empáticas y ayudar al otro, sino que ahora, tienen un renovado impulso por proteger a sus seres queridos.

“Alguna vez pensé en ayudar a través de mi trabajo y contribuir al bienestar de los mexicanos siendo empática y así construir un mejor país, pero ¡qué difícil es ahora!”, dice Noroña Vázquez.

Desde ambas voces hacemos frente a una realidad que poco se ha mencionado y es sobre el cómo la pandemia no sólo ha enfermado cuerpos, sino también la mente de muchas personas. A través de estas voces femeninas nos aproximamos a la dificultad de sobrellevar la vida personal cuando se trabaja en el área de salud. Para ellas la pandemia se ha extendido del hospital a su hogar; la vida profesional sobrepasa su individualidad. “Extrañamos nuestro trabajo antes de la pandemia, era más fácil. Mucho más”, concluyen.

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