Agustín Guzmán
Película: La hermanastra fea (Den Stygge Stesøsteren)
País y año: Noruega/2024
Directora: Emilie Blichfeldt
Producción: Coproducción Noruega-Dinamarca-Rumania-Polonia; MER Film, Lava Films, Motor, Zentropa International Sweden
Reparto: Lea Myren (Elvira), Thea Sofie Loch Næss (Agnes)
Género: Terror/Gore. Body Horror. Comedia de terror
Clasificación: C

El cine de horror se nutre de varias fuentes. Hace poco hemos visto cintas de terror basadas en Winnie The Pooh (Winnie-the-Pooh: miel y sangre, Rhys Frake-Waterfield, 2023), Peter Pan (Peter Pan: Pesadilla en la Tierra de Nunca Jamás, Scott Jeffrey, 2025) y hasta Mickie Mouse (Screamboat: La masacre del ratón. Steven LaMorte, 2025). No es raro que la industria del cine haya recurrido a los cuentos infantiles para sus nuevas producciones, con mayor o menor éxito. La hermanastra fea se nutre principalmente de nuestra querida Cenicienta (Cenicienta, 1950, Clyde Geronimi, Wilfred Jackson, Hamilton Luske) de los estudios Disney basada en el cuento de Charles Perrault (1628-1703).
Sí, de aquella princesa que cae en desgracia y es tratada y utilizada como la criada de su madrastra y de sus dos menos hermosas hermanastras. Cenicienta nos mostró que, a veces, con la ayuda de un hada madrina y una actitud de resignación y valor, los sueños se pueden hacer realidad y que al final de la historia, aunque el final de la historia solo sea el principio de un matrimonio, puedes tener a un príncipe encantador. Aunque ya en las películas de En el bosque (2014, Rob Marshall) y Shrek (2001, Andrew Adamson, Vicky Jenson) nos habían mostrado que los príncipes encantadores pueden ser infieles y hasta malvados.
La debutante noruega Emilie Blichfeldt retoma la versión más obscura de los hermanos Grimm de este cuento (1812), que ya incluía amputaciones de dedos del pie y talón, así como destrucción de ojos por aves picudas, para escribir y dirigir su retorcida versión de Cenicienta, emparentada de varias maneras con el film de La sustancia (2024, Coralie Fargeat), para mostrarnos que, tanto antes como ayer, ser hermosa y adaptarse a lo que debe ser una mujer “de éxito”, según la época, no es una tarea fácil.
En esta ópera prima cinematográfica veremos la historia ubicada en un tiempo y lugar de cuento de hadas, con monarquía y aristócratas, algunos de ellos venidos a menos. Ahora el relato está centrado en Elvira, que es la hermanastra de Agnes/Cenicienta, y que por fuerza del destino, cae en la pobreza, junto con su familia.
Para salir adelante con su ambiciosa madre y hermana menor, Elvira decide hacer todo lo necesario para agradar y casarse con el príncipe del reino de ensueño. Todo lo necesario implicará hacer lo que muchas mujeres hacen ahora por motivos semejantes: cirugías estéticas, tratamientos para adelgazar poco seguros, realizar rutinas de baile, clases de comportamiento en sociedad, competir con otras mujeres, etc.
Por desgracia su rival será esa Cenicienta más hermosa y que, por motivos semejantes, desea salir de su reciente baja en la escala social conquistando al príncipe, aunque también ame de manera más física a un plebeyo.
Advierto que la secuencia donde nos enteramos del amorío “de poca clase” de Cenicienta contiene escenas dignas de una clasificación “D”, lo cual no debe extrañar ya que una coproductora de esta cinta, Zentropa, tiene en su haber algunas películas “porno”.
La historia resalta el proceso de transformación de Elvira, de manera cuidadosa y puntual, en ambientes generalmente elegantes, pero donde se asoma el horror y la degradación que puede conllevar el deseo de ser más y competir con los otros.
La cirugía de nariz con cincel y martillo, el implante de pestañas postizas con aguja y sutura, amputación de dedos de los pies y la extracción del parásito (una tenia solitaria) que decidió ingerir Elvira, son escenas escalofriantes, dignas del horror corporal que David Cronenberg nos ha regalado.
Sería ingrato no mencionar como relevante, por su ironía y mala intención, la secuencia de la educación de comportamientos adecuados para señoritas cuando -para despedirse y salir de cuadro- deben hacer una pequeña reverencia, sonreír coquetamente y mover el abanico. Aquí recordamos a la hermosa Audrey Hepburn en Mi bella dama (1964, George Cukor) que también tuvo su educación en modales.
Las secuencias de horror conviven también con secuencias de humor negro bien dosificado, principalmente cuando vemos los sueños, rosados y cursis, de Elvira con su príncipe.
Un detalle a destacar por su originalidad es incluir en los sonidos de la cinta, los ruidos gastrointestinales (borborigmos) que le provoca el gusano parásito que eligió albergar en su cuerpo, aumentando la tensión que tendrá nuestra protagonista.
Entre el cuadro de actores resaltan los personajes femeninos, incluyendo a los secundarios, cada uno aportando al lucimiento de la historia para lograr un final de impacto.
Resalto un aspecto que creo que resta al lucimiento de la producción y que escuché decir a un cineasta amigo: el uso principalmente de música electrónica, para una ambientación de época, no es muy afortunado. Sin embargo, la secuencia del baile utiliza una más acorde a la época propuesta con un buen resultado.
Ya sabíamos que la hermanastra de Cenicienta perdería su lucha junto a su verdadera hermana, aunque algo de solidaridad y esperanza encontrará al final. Al terminar la película quizá debemos preguntarnos: ¿vale la pena aspirar a algo que implique tantos sacrificios?