Cadáver exquisito con la participación de Diana Georgina Durán González, Oscar Gian Castilla Vega, Aarón Alejandro Carrillo Ramírez, Ivonne Fernández Villallobos, Ximena Guiomar, Alma Cristina Meza González, Juan Manuel Álvarez Martínez, y Mireya Vega.

Tarde creativa en la Cineteca Nacional, Ciudad de México. Foto de Ximena Guiomar.

Había sido la tercera vez que las palpitaciones me despertaron. Nunca esperé estar en esta situación. Solo.  Después de haber tenido “una familia” y ahora nada. Nunca sabré si mi decisión fue la correcta. Las pesadillas me persiguen. No puedo borrar de mi mente ese día. No lo quería hacer, pero de verdad que se lo merecían. Sin duda, lo volvería a hacer.

Me levanto de la cama semidesnudo. Camino hacia mi espejo y observo mis ojos hinchados de tanto llorar y recrear esa escena que ha lastimado mi corazón. Según yo, siempre me consideré una persona muy fuerte. Nadie me podía superar, pero triste realidad.

Además de que no tenía ganas de salir de mi casa y no quería hablar con nadie de mi familia, me sentía muy raro aún en mi propia casa. No me quería, no era yo mismo, necesitaba salir y revivir lo perdido para estar mucho mejor.

Salgo, observo la ciudad y me doy cuenta de que la tristeza empieza a abandonarme. Reflexiono sobre los últimos acontecimientos y me doy cuenta de que empiezo a aceptar las decisiones tomadas. Tengo que ser yo y así podré empezar a disfrutar todo lo que la vida me ha hecho vivir.

Después de seguir observando y analizando la situación en lo que vivo, me causa desesperanza y a la vez añorar la felicidad… añorar la vida que alguna vez tuve en mis manos y la dejé ir. El hecho de estar solo provoca que me invada la nostalgia y la incertidumbre de sentirme vivo. Sólo se que es una pesadilla de la que quisiera despertar.

A la mañana siguiente me dio por visitar a mis amigos y darme la oportunidad de sentir el aire rozar mi cara, mi piel, mirar los colores y contrastes luminosos de por donde camino. Me detengo y me doy cuenta de que estoy frente al cine.

Para frenar mi cabeza decido entrar. En la taquilla compro un boleto para la sala 4, ni siquiera me fijo qué película proyectan. Cualquier cosa es mejor que la maraña de imágenes y emociones que me inundan. Me siento en la oscuridad, alejado de todos. Después de mucho esfuerzo logro enfocarme y miro a la pantalla.  La sucesión de imágenes me recuerda ese día, ¡no otra vez, es una pesadilla!, ¿lo hice?, ¿sí lo hice? No quería, pero estoy convencido de que se lo merecían.

Lo que veo en la pantalla es la repetición, de la repetición y nueva repetición de eso que hice. Ahora que lo veo de nuevo, con tanto detalle, me cuestiono sobre si lo pude haber hecho con más cuidado, sin dejar huella, pero no. Quisiera quedarme oculto aquí en el cine, enfrentar la realidad será un golpe brutal. Salgo al baño, me quito el cinturón, lo coloco en la ventana de manera a que me permita ceñirlo a mi cuello, respiro hondo, siento como mis pulmones se hinchan y suelto, solo suelto.

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