Por Amira Palafox

En el corazón de Coyoacán, una hermosa casa escondida a plena vista, entre árboles y los colores de la alcaldía es el escenario para esta entrevista. Dentro de la casa, subiendo unas escaleras de caracol, se halla “La capilla Apocalíptica”, un lugar en donde fungen la música, la danza, las letras y la pintura. Dentro de este lugar halla inspiración el concertista, compositor y músico Vladimir Bendixen, quien en esta tarde calurosa se encuentra reunido con sus amigas Cosette Galindo, Doctora en Ciencias de las Religiones por la Universidad Complutense de Madrid, y Dánivir Kent, Doctorante en Filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México. Se habla de la relación interdisciplinaria que existe entre la literatura y la música, artes que han crecido juntas a lo largo de los siglos, y la perdurabilidad que tienen en la memoria colectiva.

Vladimir Bendixen asegura que la música es el último de los sentidos que se pierde antes de morir. Personas con Alzheimer pueden recordar canciones y las pueden seguir cantando. Entonces, podemos decir que la música es el recurso para que la palabra se adentre en la memoria de la misma forma en que el ritmo y la danza son el fundamento inicial de todos los ritos monoteístas y paganos. Todos ellos se alimentan de la forma oral. Esa es la importancia que tiene aplicar el conocimiento de la música en estos términos hermenéuticos del conocimiento hoy en día. ¿Por qué es necesario para un filólogo tener conocimiento de a qué sonaban las palabras que está estudiando? A eso se dedicó cincuenta años Margit Frenk en su Nuevo corpus de la antigua lírica popular medieval donde están todos los principios de qué sonaba, qué se cantaba… a eso se le llama “lira mínima”: aquellos pequeños fragmentos que van haciendo toda una tradición.

Por otro lado, con respecto a la relación de las artes que motivaron este encuentro, la Doctora Cosette Galindo asegura que la literatura se construye en toda una comunidad. No había alguien que escribiera, sino que era toda una narrativa común. Era oralidad. Hoy en día leemos en silencio, pero antes todo era un proceso comunitario. Y, cuando llegó a haber escritura, se leía en voz alta. Incluso hoy, hay historias que conocemos y recordamos gracias a la música, así como en el medioevo la gente escuchaba a los trovadores y juglares. Tanto en occidente como en oriente, la música ha sido de suma importancia como incentivo a la producción creativa. Durante el medioevo, los cantares difundidos por los juglares eran acompañados de música; no como complemento secundario, sino como igual. Ambos eran de la misma importancia; un propio arte. Desde este punto de vista se puede apreciar cómo la literatura va de la mano de la música, desde la versificación hasta la teatralidad.

En cuanto a la música dentro de la literatura, respondió Bendixen, podemos utilizarla como recurso para comprender el alma humana, ¿no es así, Cosette? Alguien puede comparar su alma con un oboe. En El contrabajo de Patrick Suskind, el personaje habla del abandono que siente: como el oboe que sólo sirve de sostén en una orquesta porque todo el mundo se fija en qué están haciendo las flautas o los violines. Ese monólogo es bellísimo, repuso ella. También hay una novela Iraní que habla de un músico que compara su alma con un laúd para hacer una metáfora del exilio, de cómo tuvo que huir y el instrumento que está tocando es su patria.

Dánivir Kent, hasta ese momento sólo escuchando, opinó sobre lo que hablaban el también artista plásticoVladimir Bendixen y Cosette Galindo con voz iluminada.“Y es que la música escapa del conocimiento acumulativo: es ponerse en estado de escucha y hemos perdido esa conexión emotiva por una búsqueda de conocimiento que tiene que ver con un sentido de vida. No se trata de saber por saber más, y la música nos conecta con el universo. Así como con la literatura, no es solo un decir, sino un hacer”, aseguró.

Es verdad que el arte nos hace más humanos, y cada quién elige cómo sobrellevar el mundo exterior: algunos escriben, otros bailan y otros quieren interpretar la música de las estrellas(…)

Este encuentro deja la reflexión sobre cómo la mente tiene la necesidad de encontrar una forma de relacionar el arte con la personalidad del artista. Es decir, no sólo se vuelve parte de otras artes, si no de la esencia misma del hombre.

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