Por Idris Santamaría
Género
Hombre y mujer. Dos extremos influctuables que viven en el imaginario global, influenciado en variedad de países por las invasiones y colonizaciones sucedidas hace tantos siglos. Todo lo que pareciera estar en medio de estos dos conceptos fue, y es aún, perseguido, desvanecido con fervor.
Pero antes de que habláramos español, muchas culturas reconocían el género y sus formas más bien como un espectro, como un junco flexible en el que había expresiones diversas por el medio, que a menudo gozaban de cierta importancia social e inclusive mística/religiosa en sus comunidades.
Las feminielli en Nápoles, Italia; que participan y en muchos casos dirigen actividades comunales como los matrimonios, alumbramiento, o el juego de la tómbola¹. Las kathoey en Tailandia, que se han convertido en la atracción turística de los shows de cabaret.
De igual manera lo hacen personas nativoamericanas que se reconocen como two spirit, un término más moderno para un género al que se le atribuía la habilidad de ver el futuro y la responsabilidad de preservar las tradiciones².
Los individuos khuntha, mukhannath y khanith³ de las regiones de la Península Arábiga; las hijra, identidad cercana a mujeres trans de la India y Pakistán; así como las muxes oaxaqueñas se hacen cargo de cumplir esos roles.
Número
Según el Censo de Población y Vivienda 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México habitan 126 millones 14 mil 24 personas. De ellas, 49% son hombres y 51% mujeres. De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Diversidad Sexual y de Género (ENDISEG) 2021, realizada por esta misma institución, 5 millones de personas se autoidentifican como LGBTI, lo que representa el 5.1% de la población.
Del total de la muestra entrevistada en la ENDISEG, el 0.9% se autopercibe con un género diferente al asignado al nacer, lo cual es un porcentaje pequeño, pero traducido a número significa 908 mil 600 individuos. En este apartado se hallan las muxes.
De la fonetización zapoteca de la palabra “mujer” traída por los españoles, las muxes representan el 6% de la población de Juchitán de Zaragoza, Oaxaca⁴; que es su pueblo originario. Se estima que 3 mil muxes residen en la región del Istmo de Tehuantepec (UNAM, 2019).
Oaxaca es uno de los Estados con mayor número de hablantes de una lengua indígena, hecho que debe ser analizado en conjunto con el género muxe dado su naturaleza étnica. Datos del portal del Gobierno de México señalan que 52.9% de la población del municipio de Juchitán habla una lengua indígena (poco más de 60 mil personas), siendo el zapoteco la más hablada.
Persona
¿Qué significa ser muxe?
“…muxe es una denominación regional para las personas transgénero pero con características ‘sui géneris’ en relación a un entorno sociocultural concreto” (Gómez Regalado, 2015. Activista y antropóloga muxe)
Las muxes nacen de sexo masculino, y es conforme van creciendo que ellas mismas o incluso sus padres se dan cuenta de que hay algo diferente en su persona. Adoptan roles sociales femeninos relacionados con la familia, la participación en el hogar y las fiestas.
El bordado, confección de vestuarios, cocina, entre otras ocupaciones, forman parte de su papel en la sociedad istmeña y aportan con ello a la actividad económica. Sin embargo, no buscan “ser mujeres” o competir con ellas, pues su cultura de herencia zapoteca tiene en una alta posición de estima y respeto a la mujer, sobre todo a la madre.
“No quisiera haber nacido mujer, me siento feliz así como soy, como muxe” (Chong, Suárez. Etnosexualidad e identidades de género transbinarias: apuntes etnográficos para la reflexión. 2020. Entrevista anónima.)
No podemos entender a las muxes como mujeres trans. Como muchas de ellas afirman, se trata de dos cosas diferentes. En su identidad va de forma inapelable su indigenismo, de modo que tampoco se puede ser muxe sin ser oaxaqueña y zapoteca.
Este género, más apegado a la feminidad pero distinto a ella, representa la memoria precolombina en sinergia con una reestructuración de la imagen de la muxe más actual. Algunas no se visten de mujer, pero adoptan de esta manera roles femeninos en su familia y comunidad. Muchas decidieron utilizar una identidad visual más socialmente femenina al ser reconocidas de manera más amplia fuera de Oaxaca. A pesar de que forman parte importante de la cosmovisión zapoteca, y en su mayoría son aceptadas y celebradas dentro de su comunidad, las muxes también sufren discriminación, sobre todo al salir de sus hogares y tratar de buscar mejores oportunidades e integrarse en otros Estados. “Eso sucede con los muxes, la que los acepta de lleno es la mamá. El papá, por su hombría, su machismo y lo que le puedan decir en la cantina o en las fiestas, no lo acepta tanto” (Bastida Aguilar. Muxes: entre la tradición y el cambio. 2013. Suplemento Letra S, La Jornada. Entrevista).
¿Matriarcado?
Si bien las mujeres istmeñas son quienes en mayor medida movilizan la economía oaxaqueña, dirigiendo las ventas de los mercados, dedicándose a labores económicas que sostienen a la familia y las sitúan en una importante posición social; es el hombre, por lo general dedicado a labores del campo y a la pesca, quien tiene la última palabra dentro de los hogares.
La presencia social tan independiente de las mujeres ha llevado a muchos autores a reconocer el modo de vida zapoteco como un matriarcado, pero no podemos olvidar que México aún sigue siendo un país profundamente machista y religioso.
La aceptación de las muxes varía de familia en familia, y al salir de sus lugares de origen casi siempre son vistas como -e igual de discriminadas que- mujeres trans u hombres homosexuales.
El Suplemento Letra S recopila en su Informe 2021 Muertes violentas de personas LGBT+ en México, cifras que suman 461 muertes del año 2017-2021, sólo contando datos sustraídos de noticias. Además, el porcentaje que ocupan los transfeminicidios en el total de muertes LGBTI pasó de 54.5% a 70.5% en un año (2021).
Invisible
Aunado a ello, las muxes enfrentan otros problemas. En el día a día, las personas indígenas pasan desapercibidas en la esfera social, sin importar la lucha que representó reformar el Artículo segundo de la Constitución para describir y reconocer a los pueblos originarios como sujetos de derecho. Y cuando se habla de los indígenas, pocas veces se hace de sus relaciones inter e intrapersonales. Se les ve muchas veces como monos en monociclo, como atracciones turísticas.
Una de estas situaciones de las que no se habla es respecto a la incidencia de VIH en personas indígenas, incluyendo a las muxes.
“[…]los pueblos indígenas, no tanto los afro descendientes, pero sí a los indígenas, desde fuera se les ve como ‘seres asexuales’. Eso es muy interesante, porque muchos se preguntan por qué los indígenas se van a infectar, sumado a la invisibilidad respecto de los derechos políticos y las autonomías territoriales y culturales” (Gómez Regalado, 2008. Entrevista)
Dicha problemática, que la antropóloga y activista muxe Amaranta Gómez considera una emergencia, avanza a pasos lentos en su reconocimiento. No existen cifras exactas de personas dentro de la comunidad muxe que vivan con el virus, sin embargo, se estima que la tasa de nuevas infecciones se redujo de 101 casos en 2003 a 70 en el año 2008, además de aumentar el uso de preservativo5.
Numerosos talleres y pláticas son llevados a cabo para combatir la desinformación sobre el virus y las personas que viven con él. En este tenor, Amaranta ha tenido un papel importante, formando parte de colectivos orientados al tema del VIH en pueblos originarios (como el Colectivo Binni Laanu A.C., fundado por ella misma) y acudiendo a realizar talleres y foros en la materia tanto en otras ciudades, como en otros países.
El Primer Simposio realizado en Ottawa, Canadá, en 1999, o la mesa redonda llevada a cabo en el marco de la Conferencia del SIDA en Sudáfrica al año siguiente, son ejemplo de lo mencionado.
Buenos Aires, 7 de marzo de 2020 – En el marco de “Nosotras Movemos el Mundo” Se realizó la mesa “Alerta que camina: Experiencias y desafíos en América Latina” con la presencia de Amaranta Gómez Regalado, Marta Dillon, Natalia Molina y Laura Malacalza. Fotos: Romina Santarelli / Ministerio de Cultura de la Nación.
Reflexión
En la mayoría de sociedades no europeas (y de hecho también algunas europeas) se tienen registros vivos o documentales de multiplicidad de géneros.
Así mismo, por el origen de su naturaleza están arraigados a una identidad étnica, tal como las muxes y su visión zapotequizada de las cosas.
Las evidencias llevan a concluir que el género no está determinado por factores biológicos tanto como sí lo está por contextos socioculturales específicos de cada región.
Tales expresiones son parte de la pluriculturalidad y herencia ancestral, que determinan una forma peculiar de existir e identificarse. Es necia la pretensión de un género encasillado en términos binarios, pero a la vez, la experiencia transbinaria está condicionada por estos mismos roles binarios, pues coexisten dentro de la misma sociedad, y es imposible la completa comprensión de uno sin tomar en cuenta el otro.
Fuentes:
- Miano Borruso. Femminielli. De la suerte a la muerte, vida de transexuales en Nápoles.
- Liberarte. Personas Two Spirit: Un nuevo paradigma de la diversidad de género. 2013.
- Almarri. Identidades de una sola raíz: la tríada de Khuntha, Mukhannath y Khanith. 2018.
- Lara López. I S T M O: Historia, tradiciones, mitos y leyendas. 2013.
- Miano Borruso. Muxe’: “nuevos liderazgos” y fenómenos mediáticos. Recuperado de conapred.org.mx
Imágenes:
- Recuperada de https://ethic.es/2022/08/el-genero-antes-de-europa/
- Recuperada de: https://diarioportal.com/nacional/2022-06-29-edomex-tiene-la-mas-amplia-comunidad-lgbt-per o-no-garantiza-sus-derechos
- Recuperada de: https://www.gaceta.udg.mx/muxes-hbo/
- Recuperada de: https://indicepolitico.com/mexico-crisis-de-transfeminicidios-persiste-con-alarmantes-cifras/
- Recuperada de: https://es.wikipedia.org/wiki/Amaranta_G%C3%B3mez_Regalado