Por Celic Rosas

Título: Antón P. Chéjov, Cuentos completos. 
Editorial: Edición de Paul Viejo. 
Lugar y año: Madrid, 2013.

Antón Pávlovich Chéjov (1860-1904), fue un médico, escritor y dramaturgo ruso. Es uno de los más importantes escritores del relato corto. Sus escritos se caracterizan por ser puramente realistas y naturalistas. Tal es el caso de uno de sus cuentos más famosos: “La tristeza”, publicada el 26 de abril de 1866 en la revista Peterburgskaya. Quizás este texto, en una primera y simple lectura, parezca no tener mucho de qué hablar, pero en realidad oculta más de lo que parece.

            Chéjov no narra hazañas increíbles de héroes con capa en una aventura inolvidable y peligrosa. Ni tampoco crea villanos con cicatrices y malos hasta el tuétano. A Chéjov lo que le interesa es la vida de un hombre común, su rutina, su entorno, su situación social, las injusticias que atraviesa, su fugaz felicidad, su tristeza constante, su vida real. De eso trata el realismo, del mundo de lo concreto y su franqueza, aunque sea, quizá, patética. El naturalismo es un remate del realismo: se toma en cuenta la relación del hombre con el mundo concreto y las leyes de la herencia y la naturaleza. Así que en Chéjov lo que encontraremos será la cruda y despiadada realidad.

            Aunque “La tristeza” sea un cuento del siglo XIX, nos sigue diciendo algo en la actualidad; denota que muchas cosas, situaciones aún permanecen, no han cambiado. El cuento narra la historia de Yona, un anciano que trabaja como cochero en una gran ciudad agitada. Las personas a las que lleva son casi sordas ante él y a su sufrimiento: su hijo falleció y está solo, únicamente tiene a su caballo. El tema principal de este pequeño cuento es la total indiferencia, la nula empatía con el otro.

            A pesar de que leemos al traductor y no a Chéjov como tal, a menos de que se conozca y se maneje la lengua rusa, Luis Abollado hace un gran trabajo en la traducción. Mantiene el lenguaje llano de Chéjov. La descripción de la atmósfera en el inicio del cuento, la penumbra y la nieve regada por todas partes, son un reflejo de la frialdad de la sociedad, de su incapacidad de ser empática; una sociedad agresiva, a la defensiva siempre. El lenguaje es sencillo a cualquier ojo. Y no por ello no utiliza comparaciones muy bien logradas, por ejemplo: Yona estira de nuevo el cuello como un cisne. Las palabras están muy bien seleccionadas. Los diálogos tienen un papel muy importante en el cuento. Chéjov no necesita decir que las personas son groseras, hirientes o mal educadas. Te hace saberlo a partir de las conversaciones entre ellas. Las oraciones son bastante cortas, por lo tanto, concisas; tienen un efecto más directo para cualquier lector, sin rodeos. Es interesante que describa a Yona y a su caballo como un aparecido, totalmente blancos, a causa de la nieve.  Son casi como fantasmas. Pero al ir avanzando en la lectura, te das cuenta de que no los compara por casualidad, sino que en verdad llegan a ser invisibles ante la gente y no sólo en apariencia.

            Yona intenta constantemente mantener una charla con sus clientes, externar su congoja, su pérdida. Pero a través de descripciones cortas y diálogos como: pero [el cliente] ha cerrado los ojos y no parece escucharle, o ¡Todos nos hemos de morir! […] ¿Pero quieres ir más aprisa? ¡Esto es insoportable! Prefiero ir a pie, Chéjov nos muestra la total indiferencia ante el dolor ajeno, y no sólo ante el dolor, sino simplemente la indiferencia hacia el otro. Además, remata con la situación económica y social de Yona, su cruda realidad: no tiene dinero y vive en una habitación sucia junto con más cocheros. Incluso los mismos cocheros no escuchan a Yona. El único que sí lo hace es su caballo.

            Chéjov creía que el verdadero arte reside en las pocas palabras. Es por eso que sea el maestro del cuento corto. En “La tristeza”, Chéjov cumple con la estructura del cuento, aunque quizá no lo parezca, en menos de dos cuartillas: inicio, desarrollo, clímax y desenlace. Logra que sus cuentos sean verdaderas obras de arte sin parecerlo a simple vista.

Esconde una tristeza y una soledad terribles y cruelmente apegadas a una realidad tangible y muy cercana a nosotros.

            “La tristeza” es uno de esos pocos cuentos que permanecen en el lector a lo largo de los años. Su sencillez es su atractivo; los temas en él encarnan en sentimientos que perduran. Además, tiene una gran importancia en la historia de la literatura. Se puede ver claramente la mirada tajante del realismo y la partida del romanticismo. Su lenguaje llano permite un fácil acercamiento. La maestría de hacer una crítica social mostrando duras condiciones de vida con tan pocas palabras es plausible. Por su arte sin parecer arte y por su complejidad sencillamente adornada, es un cuento que dialoga atemporalmente con los seres humanos.

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